A disfrutar de nuestro palacio 

Nos ha costado mucho trabajo y dinero, pero, por fin, hemos terminado de reformar el jardín de la nueva casa. Hace dos años nos encaprichamos de una casa cerca de la playa que veíamos siempre que nos acercábamos al pueblo. Se veía que en su día había debido ser una vivienda importante pero que en los últimos años estaba deshabitada entrando en un peligroso estado de descomposición. 

Iniciamos una investigación y a medida que avanzaba nos íbamos enamorando más de la casa que sí estaba a la venta. El problema para nosotros es que estaba protegida por lo que en caso de reformarla deberíamos respetar unos criterios estéticos y arquitectónicos que, una vez conocidos, no nos parecieron tan complejos que pensábamos al principio.

Mientras pienso en todo lo que hemos trabajado en esta casa, disfruto sobre mi tumbona con el parasol del jardín de la piscina. Sí que han sido dos años duros con todo tipo de vicisitudes, algunas de las cuales a punto estuvieron de hacernos dar marcha atrás. Porque buena parte de la fachada, incluyendo el corredor, debía ser restaurado y mantenido, pero debido a su deterioro dio muchos problemas.

Por suerte, fuera de la protección de la casa quedaba toda la zona trasera que incluía un jardín y un pequeño terreno que finalmente incluíamos como parte del jardín. Ahí fue donde dimos rienda suelta a nuestra creatividad, probablemente también para resarcirnos de que en las otras partes de la casa estábamos muy limitados, aunque compartíamos la idea de que la esencia de la casa debía mantenerse viva. 

Pero en el jardín teníamos carta blanca porque había poco construido y lo poco que había estaba muy deteriorado y era insalvable. Pero, además, de la piscina y la tumbona con parasol, teníamos claro que en el jardín no íbamos tampoco a hacer grandes dispendios, se trataba de que lo nuevo se integrase con lo viejo, de forma que la parte del jardín tuviera un toque modernista similar a la fachada. Incluso para la propia piscina decidimos apostar por algo sofisticado, pero de estética antigua, dando como resultado un sobrio pero distinguido palacio, tal y como debió ser en su origen.