Dedicarse a la venta por teléfono no es el oficio más popular del mundo y, a menudo, ni siquiera se considera una profesión, sino un empleo que se tiene mientras llega otro mejor. Y en parte es cierto, así empecé yo, pensando que pronto llegaría una oportunidad mejor en otro sector, pero esta tardó en llegar, y cuando, por fin, llegaron algunas ofertas, mi trabajo ya me ofrecía unas mejores condiciones, así que aquí me quedé.

Llevo ya 8 años en un call center en madrid. Los primeros años como vendedor y, después, como jefe de equipo. Así que se supone que sé algo de este negocio… El primer consejo que doy a los vendedores que empiezan es, precisamente, sobre esa sensación de incertidumbre que suelen tener muchos trabajadores de ese sector: “tómatelo como si fuese el trabajo de tu vida… aunque no lo sea”. Se trata de un consejo extrapolable a cualquier trabajo y es que no hay cosa peor que aceptar un empleo, mientras estás deseando otro… cada minuto de tu trabajo.  

Otro consejo que doy es en relación al aprendizaje. Se da por sentado que este oficio es fácil y consiste en ‘atosigar’ a los clientes por teléfono hasta que consigues ventas. A menudo, la comisión por ventas genera esa ansiedad. Yo defiendo otra forma de actuar: aprende bien los trucos del sector, escucha a los vendedores de más experiencia, incorpora aquellas facetas que se amolden a tu personalidad e intenta sentirte cómodo con las llamadas.

Una de las cosas que menos gusta a un cliente es percibir la incomodidad del vendedor, sobre todo cuando empieza a interesarse por el objeto de la venta. El vendedor debe tratar de ser lo más natural posible para conseguir una cierta empatía con el cliente, sino este colgará el teléfono a las primeras de cambio.

Con mi trabajo en el call center en madrid he conocido todo tipo de trabajadores, pero lo más satisfactorio es cuando una persona que llegaba sin ningún entusiasmo consigue adaptarse al trabajo hasta que le gusta: estos terminan convirtiéndose en los mejores vendedores.