Mi propio canal 

Empezó como una broma entre mi hija y yo y se ha acabado convirtiendo en un vicio. Hace un tiempo, mi hija se abrió un canal de YouTube como muchas otras chicas de su edad. Supongo que si mi generación hubiese tenido acceso a esa tecnología hubiéramos actuado igual. Al fin y al cabo, las redes sociales encajan a la perfección con esa edad en la que necesitas dejarte ver y sentirte arropado. 

De todas formas, he monitorizado las actividades de mi hija en YouTube para que no se le vaya de las manos. Tanto es así que acabé entendiendo un poco cómo funcionaba todo el asunto. Un día, mi hija, medio en broma, me dijo que ya que era tan experta que por qué no me hacía yo youtuber. “Yo no tengo nada que enseñar, hija”. Pero ella dijo: “claro que sí, tus proyectos de confección, la decoración, todo eso”. Y la idea me quedó en la cabeza.

Un día hice un pequeño ensayo, grabándome con el equipo de mi hija mientras hacía un sencillo proyecto que tenía entre manos con una cinta para estor plegable para uno de los estores del dormitorio. Luego me fijé en algunos otros videos parecidos y lo edité con el programa que usa mi hija que también sé más o menos cómo funciona. Y lo subí a la red en mi propio canal. Y empezaron las visualizaciones.

Cuando vi que había bastante feedback, me dio un poco de vergüenza porque analizando otra vez el video me di cuenta de que tenía bastantes fallos de edición. Y es que una cosa es ver cómo lo hace otra persona, y otra hacerlo tú misma. Así que me decidí a hacer otro video parecido, pero con una mejor edición… Tal vez pidiendo consejo a mi hija.

Cuando le enseñé el video de la cinta para estor plegable a mi hija, alucinó. Pensé que se lo iba a tomar como una invasión a su espacio, pero le pareció ideal que yo también tuviera mi canal. Me iba ayudar con los siguientes videos y, además, iba a hacer una aparición ‘especial’ en uno de ellos, como estrella invitada…

El acné no es algo “que hay que pasar”

Existe un pensamiento generalizado de que el acné es algo que hay que pasar necesariamente durante la adolescencia. Eso crea un sentimiento de resignación que no es nada beneficioso para quien sufre el problema ya que no acudirá a pedir ayuda al médico.

Si bien el acné es muy frecuente en la adolescencia debido a los cambios hormonales, ni es algo exclusivo de esta etapa de la vida ni es algo que no tenga tratamiento. El tratamiento acne no solo puede conseguir que la piel mejore significativamente, también puede evitar muchas infecciones y cicatrices que acabaran acompañándonos el resto de nuestra vida.

Cuando un adolescente comienza a sufrir de acné el primer paso es acudir al dermatólogo. El especialista de la piel analizará su tipo de piel y le ayudará en función del grado de gravedad del problema. Le indicará cuáles son los tratamientos que le pueden ayudar a mejorar pero también le dará las pautas de limpieza para que la piel esté siempre limpia y desinfectada.

Al contrario de lo que se creía o de lo que se suele decir, la alimentación no parece guardar una relación directa con la aparición del acné que no tiene nada que ver con las comidas fuertes o con las alergias. A estas alturas no debería de ser necesario indicar que la vida íntima de la persona tampoco está relacionada con la aparición de granos, pero sorprende saber que todavía hay quién cree que existe una relación causa efecto.

Tratar el acné es muy importante. En primer lugar porque se evitará que haya cicatrices para siempre pero también porque en la adolescencia la imagen es muy importante y la personalidad todavía se está formando. Los complejos y las inseguridades que el acné puede llegar a causar en un chico o chica de estas edades deben de tomarse en serio, sobre todo cuando es posible ayudar.

Es cierto que el acné raramente desaparece de todo, pero sí mejora notablemente y con la desaparición de los granos el aspecto de la persona es mucho más atractivo, ganando en autoestima y en seguridad.

Pero, como se ha dicho, no solo los adolescentes sufren de acné. Muchos adultos también lo padecen y, por supuesto, también pueden recibir tratamiento. En los centros de dermatología estética, además, podrán tratarse las cicatrices que los granos de juventud han dejado sobre la piel.