Dicen que la clave del éxito de los dibujos animados para bebés está en dos factores: la música y los colores. Y es lógico porque son los estímulos que más fácilmente percibe el bebé. Pero, evidentemente, hay que saber elegir bien la música y los sonidos en general, incluidas las voces de los personajes, así como el colorido.
Un buen ejemplo es la archifamosa Pepa Pig. Triunfa incluso entre niños muy pequeños que no entienden bien lo que pasa en la pantalla pero que adoran su voz aguda, el tono agradable y relajado en el que el narrador cuenta la historia y su color rosa. Lo que para un adulto son dibujos simplones y sin gracia, para un bebé es una historia divertida que no se cansa de ver una y otra vez.
Precisamente por eso, la habitación de los niños debe de tener también estímulos adecuados para ellos. El color de las paredes debe de ser un tono pastel suave que les relaje y les ayude a sentirse más a gusto en su cuarto. Lo mismo los colores de la cama o del estor infantil de la ventana. Tanto en las sábanas como en los estores es adecuado que haya personajes que les gusten y con los que se sientan bien. Para ellos, serán sus acompañantes nocturnos y, al igual que sus muñecos, les harán sentir menos solos durante la noche.
El sonido también es importante y por eso las lamparitas que emiten canciones de cuna funcionan tan bien en las habitaciones infantiles. Combinan sonidos agradables y un poco monótonos con luces y reflejos en el techo que llaman la atención del bebé y le divierten. De este modo, se relajará y antes de que se de cuenta estará profundamente dormido.
Al igual que hay estímulos adecuados hay otros que no lo son tanto. Un ejemplo son los colores eléctricos que se pusieron de moda para las habitaciones de los niños, como los naranjas intensos o los rosas chicle. Estos colores pueden hacer que el niño se sienta más activo y mucho más nervioso, justo lo contrario de lo que cualquier padre quiere al llegar la noche.
Tampoco es recomendable la televisión en una habitación de un bebé, por mucho que los dibujos animados les resulten entretenidos. Tienen que asociar la cama con el momento de dormir, no con el momento de ver la televisión, lo que podría hacer que adquirieran malos hábitos.