Seguro que si hacemos una encuesta entre los conductores, pocos responderán que no les gustaría cambiar de coche. Siempre hay una mejor que el nuestro, más potente, con mejor diseño… y más caro. En mi caso, cambiar de coche (o de casi cualquier cosa) es un asunto peliagudo. Soy la peor pesadilla de un vendedor, porque me pienso demasiado las cosas, analizo cada mínimo detalle y necesito días y días para tomar una decisión. Me pasa con la ropa, así que imaginaos con un coche…
Uno de mis mejores amigos tiene un negocio de coches de segunda mano coruña. Es un vendedor nato, de esos que hace bien su trabajo, pero en un doble sentido: sabe vender, pero cuida a sus clientes. Porque existen vendedores que se olvidan de la segunda parte, en cuanto cierran la venta, el cliente ya no interesa más (a no ser que quiera volver a comprar algo).
Mi amigo el vendedor de coches ya me conoce, sabe que no tiene sentido presionarme, que no soy esa clase de consumidor, que si me siento presionado, huyo como el viento. Pero lo que sucede en esta ocasión es que creo que sí estoy decidido a cambiar de coche…
Hicimos un viaje a Estados Unidos en el que tuvimos que alquilar un vehículo durante casi 2 semanas. Elegimos bien la empresa de alquiler porque todo fueron facilidades, hasta el punto que tú decidías el coche que querías del garaje dentro del segmento por el que habías pagado. Fue un momento para recordar, rodeados de coches y sin saber qué hacer. Hasta que uno de ellos me llamó. Sí, fue como si me dijera algo al oído y entonces supe que tenía que ser ese. Y no nos equivocamos.
Tal fue la sensación que nos dejó aquel coche de alquiler que he empezado a preguntar por ese modelo en el negocio de coches de segunda mano coruña. Es un tipo de vehículo no demasiado común en España, pero a mi amigo me dice que me puede conseguir algo interesante en las próximas semanas. Y esta vez sí, cambiar de coche.