Uno de los problemas de los que se quejan las personas que hacen el Camino de Santiago es de que a menudo se ven obligados a abandonar por las lesiones. Incluso aquellas personas que se han preparado para hacer el camino y se consideran en buena forma pueden acabar con dolores de pies o de espalda debidos al peso de las mochilas.
Estos son algunos consejos que ofrecen los expertos para aliviar peso en la mochila:
-Ropa vieja que no te importe. Cuanto más se camina, más pesa la mochila. Si vas a hacer una ruta de pocos días lo mejor es llevar partes de arriba viejas que ya no quieras e ir tirándolas cada noche. Te ahorrarás tener que lavarlas pero además conseguirás que la mochila pese un poco menos cada día.
La ropa interior y los calcetines también pueden ser desechables. Aunque no es lo que más pesa, todo suma.
-Los objetos de aseo mejor en monodosis. Si no quieres tener que cargar con un montón de frascos lo mejor son los monodosis que pesan muy poco, abultan aún menos y te proporcionan lo que necesitas para cada día.
-Ropa de cama muy ligera. La mayoría de los viajeros optan por sacos de dormir, incluso en verano, porque es la mejor manera de protegerse en albergues que no siempre están en las mejores condiciones.
Pero siempre se debe de optar por aquella ropa más ligera y que ocupe muy poco espacio. Por eso, algunas personas prefieren confeccionarse sus propios sacos de dormir de verano en lugar de comprarlos, haciéndolos con una sábana fina.
-La mochila importa. Algunas mochilas son ya pesadas de por sí y a portan un exceso de peso que impide poder llevar muchas cosas. Elige mochilas especiales para este tipo de rutas, más ligeras y manejables.
– Recurre a un servicio de transporte mochilas Camino de Santiago. Se trata de empresas que recogen tu mochila por la mañana el albergue de partida y te la entregan por la noche en el de llegada. De este modo solo tienes que llevar encima lo que necesitas para el día.
Esto ahorra mucho esfuerzo y es quizás la solución más inteligente para evitar lesiones de espalda y dolores que pueden acabar echando por tierra un viaje largamente planificado. Porque se trata de caminar y no de cargarse en exceso y forzar el cuerpo más de lo necesario.