Una excursión del colegio al alcance de pocos

Ir de excursión a islas cíes con el colegio fue una experiencia que marcó mi infancia. Desde el momento en que nos anunciaron el destino, la emoción era palpable. Todos habíamos oído hablar de este paraíso natural en Galicia, famoso por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, y la idea de compartirlo con mis compañeros de clase lo hacía aún más emocionante.

El día comenzó temprano, con el bullicio característico de un grupo de estudiantes cargados de mochilas llenas de bocadillos, agua y protector solar. El trayecto en barco fue una aventura en sí misma. Mientras el ferry cortaba las aguas del Atlántico, las risas, las fotos y las caras pegadas a las ventanas creaban un ambiente festivo. La emoción alcanzó su punto máximo cuando las islas comenzaron a aparecer en el horizonte, con sus playas brillando bajo el sol y los pinos asomando entre las colinas.

Al llegar, nuestros profesores organizaron al grupo y nos explicaron las actividades del día. La primera parada fue la playa de Rodas, donde tuvimos tiempo para explorar, jugar y nadar. Muchos de nosotros no estábamos acostumbrados a un agua tan transparente, y aunque estaba un poco fría, eso no impidió que nos divirtiéramos como nunca. Construimos castillos de arena, jugamos al fútbol y algunos incluso intentaron buscar pequeños peces con gafas de buceo improvisadas.

Después de comer nuestros bocadillos en la zona habilitada, nos embarcamos en una caminata hacia el Faro de Cíes. Aunque la subida fue algo exigente, las paradas para descansar se convirtieron en momentos para compartir historias y reír juntos. Cuando finalmente llegamos al mirador, el paisaje nos dejó sin palabras. Desde allí, podíamos ver toda la playa de Rodas, las aguas turquesas y el vasto océano Atlántico. Era una vista que difícilmente podríamos olvidar.

La excursión no solo fue una oportunidad para conocer un lugar extraordinario, sino también para fortalecer los lazos con nuestros compañeros. Entre la belleza de la naturaleza y las risas compartidas, aprendimos a valorar la importancia de cuidar estos espacios protegidos y a disfrutar del tiempo juntos lejos de las aulas.

Regresamos al colegio agotados, pero felices, con historias inolvidables y la certeza de que ese día quedaría grabado en nuestra memoria como uno de los mejores momentos de nuestra infancia. Las Islas Cíes no son solo un destino, sino una experiencia que une y transforma.