Tengo un amigo, llamémosle David, para quien volar desde el aeropuerto de Santiago de Compostela-Rosalía de Castro lleva asociado un ritual casi inmutable en lo que respecta a su coche. Mientras muchos sopesan si asumir el coste del parking oficial de AENA, discuten sobre quién les puede llevar o buscan alternativas de transporte público, David tiene una solución que repite viaje tras viaje: recurrir a uno de los parkings low cost situados en las inmediaciones del aeropuerto.
Al principio, cuando me lo contó, confieso que me generó cierta curiosidad mezclada con escepticismo. Pensaba en posibles inconvenientes: la distancia, la espera del transporte lanzadera, la seguridad del vehículo… Pero para David, la decisión se basa en una lógica aplastante y puramente pragmática: el ahorro económico. Ha calculado la diferencia de coste respecto al parking de la terminal, especialmente en viajes de varios días o una semana, y la considera lo suficientemente significativa como para justificar el pequeño paso extra que implica no aparcar directamente en el edificio principal. Para él, ese dinero está mejor invertido en disfrutar del destino o, simplemente, no gastarlo innecesariamente.
Con el tiempo, he visto que lo que para otros podría ser una molestia, para David se ha convertido en una rutina perfectamente optimizada. Reserva su plaza online con antelación, a menudo comparando precios entre las distintas empresas que ofrecen el servicio, aunque a veces ya tiene una favorita por experiencias previas positivas. Calcula perfectamente el tiempo extra que necesita: unos minutos para llegar al parking desde la autopista, el breve proceso de check-in donde deja constancia de su reserva y le dan instrucciones, y el traslado en la furgoneta o minibús de cortesía hasta la zona de Salidas de Lavacolla. Según él, rara vez ha tenido que esperar más de diez o quince minutos por este transporte.
La experiencia, por lo que cuenta David, suele ser fluida y eficiente. El personal de estos parkings está acostumbrado al flujo constante de viajeros y opera con rapidez. A la vuelta, el proceso es similar: una llamada tras recoger el equipaje o dirigirse a un punto de encuentro designado, y la lanzadera le recoge para llevarle de vuelta a su coche. Asegura que nunca ha tenido problemas con el estado de su vehículo y que la sensación de seguridad es comparable a la de otros aparcamientos.
Para David, dejar el coche en un parking low cost aeropuerto Santiago de Compostela no es una opción secundaria, es su opción por defecto. Es la demostración de que, con un poco de planificación y sin dejarse llevar por la comodidad inmediata, se pueden optimizar los gastos asociados a un viaje. Su constancia y satisfacción con el servicio son tales que, inevitablemente, hace que los demás nos planteemos si no estaremos pagando de más por pura costumbre.