Comer como el bebé, comer sano

El otro día en el pediatra recibimos una información que nos cambió un poco la cara: “el niño tiene que empezar a comer de todo”. Cuando un bebé cumple los 12 meses, se supone debe empezar una alimentación ‘normal’… normal en el sentido de que puede comer de todo, pero adaptado a su edad, claro. Es decir, todavía no está preparado para una fabada, cachopo, café, copa y puro, pero sí puede empezar a probar de todo.

El problema para los padres es que el trabajo se dobla: “ya da bastante trabajo un bebé, que ahora tenemos que cocinar para él todo tipo de platos, de los cuales apenas va a comer nada al principio”… Cuando llegas al final del día sin un gramo de energía, no apetece mucho ponerse a cocinar, pero así son las cosas.

¿Y qué podemos hacer para ahorrar un poco de tiempo, teniendo en cuenta que ya estábamos muy apurados antes del cambio de alimentación? Comer lo mismo que el coma. ¿Para qué hacer tres comidas diferentes cuando podemos hacer una sola? No hay mejor forma de ahorrar tiempo, aunque sea a costa de dejar algunos caprichos a un lado.

Hemos desempolvado nuestra gm olla, hemos creado una plantilla para ordenar y tener controladas las comidas y también hemos tratado de desempolvar nuestros conocimientos culinarios. Hay que tener en cuenta que pasamos los últimos meses haciendo purés de verduras, carne y pescado, además de fruta molida. No se tratan de ‘recetas’ muy complicadas. Pero el niño ya tiene que empezar con la comida sólida lo que requiere un poco más de tino entre fogones.

Los niños pequeños deben comer lo más sano posible, esto es obvio. Los adultos también deberíamos, pero quien esté libre de pecado… Pero para nosotros, en esta fase de nuestras vidas, no hay mal que por bien no venga: vamos a comer más sano que nunca: ni sales, ni azúcares añadidos, solo alimentos naturales cocinados de forma natural, gracias a nuestra gm olla. Este verano vamos a ser la envidia de las playas luciendo nuestros cuerpos gestados no en el gimnasio, sino en la cocina para niños pequeños.

Café rápido y en la cantidad deseada

Hay personas que son muy cafeteras y que no pueden vivir sin varias tazas de humeante brebaje al día. Y además les gusta el café recién preparado, sin recalentar. En estos casos, las cafeteras de cápsulas no suelen ser una buena solución ya que el precio de las mismas es caro, incluso si se utiliza una marca blanca. Al cabo del mes, el gasto en café es considerable respecto a lo que supone utilizar cualquier variedad normal de producto molido y envasado en paquete de 250 gr o de medio kilo.

Las cafeteras de goteo pueden ser una solución, pero el problema es que si el café está preparado durante demasiado tiempo, aunque se mantiene caliente se va evaporando una pequeña cantidad de agua y al final se concentra demasiado. Incluso para mucha gente, el sabor que tiene es similar al del café recalentado.

Ante esto solo quedan dos soluciones, o bien recurrir a la cafetera italiana de toda la vida y prepararse un café al momento cada vez que se quiera disfrutar del mismo o bien comprar una práctica cafetera para microondas. En ambos casos hay diferentes tamaños de cafetera y permiten la opción de preparar una única taza para que no haya que tirar nada y se economice tanto como sea posible.

La cafetera que se utiliza en el microondas es perfecta para llevar al trabajo si se tiene un pequeño espacio para poder preparar café o guardar el almuerzo. Cada vez es más habitual que en las oficinas se disponga de un lugar para estos menesteres de modo que el personal pueda comer en su descanso sin tener que depender de cafeterías.

Gracias a estas cafeteras personales podrás preparar tu café en el momento en que quieres tomarlo y consumirlo a tu gusto, sin tener que preocuparte por que pueda estar demasiado cargado, demasiado flojo o por si lleva mucho tiempo preparado.

En casa es también una solución muy cómoda. Solo tienes que ponerle el café y el agua y puedes irte a hacer otras cosas ya que una vez que el tiempo pase el microondas se apaga y no hay peligro de que se queme, como ocurre con las cafeteras italianas en caso de que se olviden al fuego más tiempo del debido. Eso sí, aunque el sabor es muy bueno, no pueden competir todavía con el de la cafetera del bar.

Volver al cocido

He pasado por muchas fases de alimentación a lo largo de mi vida: más o menos saludable, mucha fruta, poca fruta, demasiada comida basura, solo productos naturales… En mi caso, el estilo de vida que llevo suele estar muy en relación con la alimentación. Cuanto mayor es el equilibrio en mi vida, mejor me suelo alimentar, y viceversa. Supongo que esto mismo les pasa a muchas personas: si se lleva una vida disipada, acabas por comer peor.

Ya desde hace años he intentado imponerme una alimentación más saludable. No siempre se puede, pero se van consiguiendo cosas. Una de las últimas cosas que he ido (re) incorporando a mi dieta semanal es el cocido gracias al uso de ollas gm programables. En mi niñez y adolescencia tomé mucho cocido, lo habitual en casi todas las familias españolas: garbanzos, lentejas, fabada, etc.

Creo que todos los tipos de cocido llegaron a ser mis favoritos en un momento u otro. Tuve mi fase lentejas, mi época garbanzos… Hasta que empecé a abandonar el cocido. Llegó un momento en que solo tomaba estos platos, de vez en cuando, si comía fuera de casa. Al principio, me cansé del cocido porque me resultaba demasiado pesado y luego empecé a desarrollar cierto rechazo a algún cocido en particular, como las lentejas, que estuve bastantes años sin tomarlas.

El caso es que cuando iba por ahí y comía en un restaurante no me importaba tomar una buena fabada, pero en casa no me apetecía. Y cuando me independicé el asunto se agravó. Aunque mejoré en otros aspectos (empecé a tomar mucha más fruta, por ejemplo), el cocido pasó a la historia.

Lo primero es que no sabía muy bien cómo hacerlo y luego que no tenía ollas gm programables que son mucho más eficaces para cocineros no demasiado expertos… Así que al final me decidí a comprarme una y empezar a ensayar.

Mis primeras lentejas me quemaron y la primera fabada era más bien puré… Pero, a poco a poco, fui aprendiendo el arte del cocido tradicional. Y si bien no me sale como a mi madre, ya puedo comer cocido un par de veces por semana.